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¿Cuándo aprenderemos que todos estamos relacionados unos con otros, que todos somos miembros de un solo cuerpo? Hasta que el espíritu de amor por nuestros semejantes, independientemente de su raza, color o credo, llene el mundo, haciendo realidad en nuestras vidas y en nuestros actos la realidad de la hermandad humana, hasta que la gran masa de la gente se llene del sentido de responsabilidad por el bienestar de los demás, la justicia social nunca podrá alcanzarse.