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  • La fuerte lluvia azotaba las tiernas ramas de vid y de jazmín, y las pisoteaba con su furia; y cuando brillaba el relámpago, mostraba las hojas llorosas que temblaban y se encogían juntas junto a la ventana, y la golpeaban con urgencia, como suplicando que las protegieran de la lúgubre noche.

    Charles Dickens (1867). "Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit", p.409