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Esto nos lleva a anotar en nuestro cuadro psicológico del hombre-masa de hoy dos rasgos fundamentales: la libre expansión de sus deseos vitales y, por tanto, de su personalidad; y su radical ingratitud hacia todo lo que ha hecho posible la facilidad de su existencia. Estos rasgos juntos conforman la conocida psicología del niño mimado.