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Bueno, yo nunca me emociono. No me emociono desde que me regalaron una bicicleta Chopper cuando tenía unos 12 años. Cuando te haces mayor te das cuenta de que todo tiene truco. Así que cuando me encargan, por ejemplo, hacer un programa de televisión, la trampa es que tienes que entregar algo y entonces el sentido de la responsabilidad abruma la alegría de la ocasión.