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  • Para la mayoría de nosotros, la prueba clásica de la fuerza de voluntad es resistir la tentación, ya sea un donut, un cigarrillo, una liquidación o una aventura de una noche. Cuando la gente dice: "No tengo fuerza de voluntad", lo que suele querer decir es: "Me cuesta decir no cuando mi boca, estómago, corazón o (rellene su parte anatómica) quiere decir sí".

    Kelly McGonigal (2011). “The Willpower Instinct: How Self-Control Works, Why It Matters, and What You Can Do to Get More of It”, p.14, Penguin