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No existen pruebas estadísticas de que la oración reduzca la enfermedad y la mortalidad, salvo quizá a través de una mejora psicógena del sistema inmunitario; si fuera de otro modo, el mundo entero rezaría continuamente.
No existen pruebas estadísticas de que la oración reduzca la enfermedad y la mortalidad, salvo quizá a través de una mejora psicógena del sistema inmunitario; si fuera de otro modo, el mundo entero rezaría continuamente.