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Lo hace despreciable ser considerado voluble, frívolo, afeminado, mezquino, irresoluto, de todo lo cual un príncipe debe protegerse como de una roca; y debe esforzarse por mostrar en sus acciones grandeza, coraje, gravedad y fortaleza; y en sus tratos privados con sus súbditos debe mostrar que sus juicios son irrevocables, y mantenerse en tal reputación que nadie pueda esperar engañarlo o eludirlo.