Pero la compasión es algo más profundo que espera más allá de la tensión de elegir un bando. La compasión, en la práctica, no exige que renunciemos a la verdad de lo que sentimos ni a la verdad de nuestra realidad. Tampoco nos permite minimizar la humanidad de quienes nos hieren. Más bien, se nos pide que nos conozcamos a nosotros mismos lo suficiente como para poder permanecer abiertos a la verdad de los demás, incluso cuando su verdad o su incapacidad para vivir de acuerdo con su verdad nos haya herido.