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Sólo dejando que nuestro corazón se rompa descubrimos algo inesperado: el corazón no puede romperse, sólo puede abrirse. Cuando sentimos a la vez nuestro amor por este mundo y el dolor de este mundo, el corazón rompe su caparazón. Vivir con el corazón abierto es experimentar la vida con toda su fuerza.