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  • El Misterio tiene un gran poder. En los muchos años que he trabajado con personas con cáncer, he visto al Misterio consolar a la gente cuando nada más puede consolarla y ofrecer esperanza cuando nada más ofrece esperanza. He visto al Misterio curar miedos que de otro modo serían insanables. Durante años he visto a personas que, al enfrentarse a lo desconocido, recuperaban el asombro, la maravilla, la alegría y la vitalidad. Han recordado que la vida es sagrada, y me lo han recordado a mí también. Al perder nuestro sentido del Misterio, nos hemos convertido en una nación de gente quemada. La gente que se asombra no se quema.