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La oración no es una forma de conseguir lo que queremos, como el mando a distancia que viene con el televisor. Creo que rezar no consiste tanto en pedir aquello a lo que estamos apegados como en renunciar a ello de alguna manera. Puede llevarnos más allá del miedo, que es un apego, y más allá de la esperanza, que es otra forma de apego. Puede ayudarnos a recordar la naturaleza del mundo y la naturaleza de la vida, no a nivel intelectual, sino de forma profunda y vivencial. Cuando rezamos, no cambiamos el mundo, nos cambiamos a nosotros mismos. Cambiamos nuestra conciencia.