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Sentimientos como la decepción, la vergüenza, la irritación, el resentimiento, la ira, los celos y el miedo, en lugar de ser malas noticias, son en realidad momentos muy claros que nos enseñan dónde es que nos estamos conteniendo. Nos enseñan a animarnos e inclinarnos cuando sentimos que preferiríamos derrumbarnos y retroceder. Son como mensajeros que nos muestran, con una claridad aterradora, dónde estamos atascados exactamente. Este preciso momento es el maestro perfecto y, por suerte para nosotros, nos acompaña allá donde estemos.