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Para mí, la vida sin caldo de ternera, grasa de cerdo, salchichas, vísceras, demi-glace o incluso queso apestoso es una vida que no merece la pena vivir. Los vegetarianos son enemigos de todo lo bueno y decente del espíritu humano, una afrenta a todo lo que yo defiendo, el puro disfrute de la comida.