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  • Quizá perder la integridad con uno mismo sea el mayor estrés de todos, mucho más dañino para nosotros que la competencia, la presión del tiempo o la falta de respeto. Nuestra vitalidad radica en nuestra integridad. Cuando no vivimos de una pieza, nuestra fuerza vital se divide. Separarnos de nuestros valores auténticos puede debilitarnos.