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No hay nada tan onírico y poético, nada tan radical, subversivo y psicodélico como las matemáticas. Son tan alucinantes como la cosmología o la física (los matemáticos concibieron los agujeros negros mucho antes de que los astrónomos los descubrieran) y permiten una mayor libertad de expresión que la poesía, el arte o la música (que dependen en gran medida de las propiedades del universo físico). Las matemáticas son la más pura de las artes, además de la más incomprendida.