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Bendecimos la vida que nos rodea mucho más de lo que creemos. Muchas cosas sencillas y ordinarias que hacemos pueden afectar profundamente a quienes nos rodean: una llamada telefónica inesperada, una caricia breve, la disposición a escuchar con generosidad, una sonrisa cálida o un guiño de reconocimiento. Lo único que hace falta para devolver a alguien la confianza en la vida puede ser devolverle un pendiente perdido o un guante que se le ha caído.